miércoles, 2 de abril de 2008

Parte II: El colegio, Los juegos y la pandilla

(Ver primero la parte 1)
Carlitos va al colegio con una gran responsabilidad sobre sus hombros: encontrar el verdadero propósito de su vida, para ésto ocurrirán muchas cosas bien interesantes...

En el colegio, veían a un chico tímido, callado, como si tuviera un gran peso, un gran sufrimiento, sin embargo, se destacaba por sus buenas calificaciones y eso era lo que importaba. Lugo, estudia electricidad y aprende a trabajar de otra manera, un poco más técnica que le permite avanzar en el proceso de “ganarse la vida”; aprende a reparar electrodomésticos y a realizar instalaciones eléctricas, y el fin de semana sigue ayudándole a su madre en la plaza de mercado.

El barrio donde se va a vivir la familia de carlitos fue construido para damnificados por el terremoto, quedaba muy apartado del centro de la ciudad. Todas las casas estaban en “obra negra”, porque así las entregaron.

Pronto consiguió amigos, que más adelante lo escuchaban y lo seguían porque carlitos tenía buenas ideas y es muy arriesgado, nadie es capaz de hacer lo que él hace -decían.
A los 11 años ya era conocido en el barrio como un líder que supo ganarse una posición entre sus amigos gracias a su influencia negativa. Su grupo hacía muchas maldades, que comenzaron como un “juego de niños”: poner chicles en los timbres, conseguían pólvora para meterla por debajo de las puertas, tiraban piedras a las ventanas de las casas y de los carros que circulaban por el sector. Ocasionaban muchos daños y como si fuera poco, en las construcciones tumbaban muros, dañaban las planchas, quitaban los soportes de gúadua que sostenían algún tipo de edificación y como es obvio, se convirtieron en los enemigos número uno de los obreros, además, saqueaban las provisiones que ellos almacenaban, con éstas Carlitos y sus amigos construían la cancha de fútbol, la pista de bisicross y pequeñas casas de madera donde pasaban los fines de semana más emocionantes. Pronto, muchos querían hacer parte de éste grupo, pero tenían que pasar rigurosas pruebas de supervivencia: tirarse de la casita de los juegos del parque (que quedaba a una altura de casi 4 metros) o pasar por los ductos de alcantarillado en un trayecto de 2 cuadras; y si alguien lo hacía y “sobrevivía”, es decir, no se golpeaba, entonces es de los nuestros!-decían. Más adelante hasta las niñas querían hacer parte, porque ganaron bastante prestigio. Algunos tenían patineta y otros (como Carlitos) tenían bicicleta, la cual, en su caso, con mucho esfuerzo y trabajando como un año pudo comprar, y muy orgulloso la lucía con sus amigos. Andaban juntos, hacían piruetas y qué emocionante fue aquella época: las caídas y los golpes, las pruebas y los grandes desafíos!


La madre de Carlitos lo corregía severamente, le enseñaba a ganarse la vida con esfuerzo, a no quitarle las cosas a los demás, valorar lo poco que tenían; aunque fue muy dura, él le obedecía y la respetaba porque a pesar de todo era ejemplar.

A los trece años tuvo su primera novia, descubre lo que es enamorarse, recibir y enviar cartas. Ella le enseñó estas cosas, porque definitivamente él siempre fue muy tímido para hablarles a las niñas respecto a expresar sus sentimientos.

Un año después aparece en el colegio un compañero que obtiene mejores calificaciones que Carlitos, siempre él quiso ser el mejor en todo, y encontrar alguien que lo superara lo llenaba de mucha rabia, así que hizo su mejor esfuerzo para ganarle, pero desafortunadamente no pudo. Así que se hizo amigo de Jaime (así se llamaba) para conocer el secreto de su éxito. Pronto se reunieron a estudiar en la casa de su compañero y descubrió algo que Carlitos que nunca había visto: una familia unida, que compartían tiempo de calidad, y que siempre le daban gracias a Dios; pero Carlitos no lo entendía porque nunca se había tomado el trabajo de buscarlo, ni tampoco creía, porque él se había caracterizado por ser una persona de un corazón duro, razonador y en una cierta forma “ateo”. Así que la familia de Jaime cautivaría el corazón de Carlitos, gracias a su generosidad, hospitalidad y calor humano. Pronto lo veían constantemente en la casa de su compañero, porque encontraba cosas nuevas y anhelaba lo que ésta familia tenía , porque no lo encontraba en su casa.

Carlitos había vivido una vida vacía, sin sentido, sin un horizonte claro al cual apuntarle, era una persona con deficiencias afectivas y con una familia desunida, mientras que en la casa de Jaime se veía otra cosa. En una ocasión les preguntó como hacian para tener esa armonía y como habian llegado a construir algo tan hermoso y envidiable, pero recibió una respuesta innesperada: "Es Dios"- respondió la Mamá de Jaime y también le dijo que él le podría dar a Carlitos esa clase de familia y de vida, que tal vez había soñado algún dia. "Sólo debes invitarlo a tu vida y tener una relación personal con Él, porque él es el único que cambia vidas"- agregó.


Continuará...

viernes, 21 de marzo de 2008

Parte I: los primeros 6 años de vida

Acerca de un niño llamado Carlitos



Todo comienza en junio de 1980 en Bolívar Cauca, una terrible tempestad causada por la violencia que aquejaba la población de Lerma (un caserío de no más de 300 habitantes), la crisis se había originado por un conflicto entre familias que se reunían a compartir y, al calor de unos tragos se asesinaban, lo que había comenzado con un accidente, se tornó en algo supremamente horroroso y la familia de Carlitos no fue la excepción. La intervención de la guerrilla se hacía notar, con la idea de “defender al pueblo y servir”, o al menos eso decían.

Este panorama encontró Carlitos en su nacimiento y los primeros años de su vida, una familia “disfuncional”: de padres separados (desde que él tenia 7 meses de nacido), unos hermanos distantes (de los cuales él fue el menor) y una Mamá que asume su cuidado, pero lo deja a merced de “terceras personas” por cuestiones de trabajo. Sufre maltratos porque no le gustaba tomarse la sopa o simplemente porque no hacía caso a las órdenes que le daban. Pronto aprende a escaparse: a pasar por debajo de la cerca, a huir por el jardín, escondiéndose en la vegetación y en los árboles, tras un nuevo mundo, hacia la libertad, lejos de castigos y reprehensiones. Pronto en la calle, consigue amigos, a merced de quien pudiere darle lo que en la casa no encontraba: Amor, dedicación y tiempo de calidad. En ese propósito conoce a unas “personas verdes” -decía él, que le enseñaban cosas grandiosas:
A Conocer el río, la selva, los animales, y así a descubrir un mundo nuevo.
A Buscar comida en los árboles y pedir o aprovechar el descuido de las personas para tomarla.
Manejar armas y acerca de la “milicia”.

Así, carlitos crece bajo la influencia de éstas “personas de fusil”, él dice que le han enseñado a disparar y que quiere matar a los soldados y policías, porque han atacado y asesinado a sus “amigos”, se torna violento, agresivo y con un vocabulario que para un niño de 3 años deja ver un alto grado de influencia callejera. La madre se asusta al ver el comportamiento de Carlitos, lo que dice y hace, los tipos de juegos que acostumbra realizar, ella ve que si continúa así, su futuro sería una vida de violencia y terrorismo, por eso toma la decisión de trasladarse a la capital, a Popayán; pero no hay muchas personas que le puedan ayudar, necesita dinero para esto y un viejo conocido le propone llevar un “cargamento” porque dicen que es un buen negocio y que deja ganancias haciendo sólo un pequeño esfuerzo. Ella decide aceptar porque no tiene otra alternativa, todo por sus hijos, se la juega toda rumbo a la capital, porque allá le van apagar muy bien por el “encarguito”. Todo transcurre con normalidad, pero de repente hay un retén militar, porque han avisado de trafico de “estupefacientes” y en una estricta requisa la capturan y la sindican de algo que ella no entendía muy bien, como es natural, va a la cárcel y pierde el contacto con sus tres hijos, que quedan al cuidado de familiares, los mayores se van donde unas tías, pero a Carlitos se lo lleva un primo para la ciudad a vivir con su esposa y tres hijos, lo ven descuidado, se la pasa en la calle, aprende malas palabras, costumbres raras, se la pasa enfermo y muy flaco, parece que no lo alimentan bien, sufre la ausencia de sus padres y sus hermanos.

Sufren el terremoto que sacude la ciudad en 1983 como no ha habido jamás en esa parte del país, todo a su alrededor se ha tornado gris, no hay quien ayude, lo ponen a trabajar y a ganarse la vida “para que salda adelante” - le decían.
Cuando Carlitos cumple 5 años de edad, recibe un hermoso regalo: la madre sale de la cárcel y junto con sus hermanos quieren formar una familia. Ella anhelaba estar con sus hijos, pero la ven como una desconocida, así que la tarea de ganarse la confianza de sus hijos fue bastante difícil. Estos años fueron muy difíciles, buscar trabajo, conseguir donde vivir, la escuela, sobrevivir en una ciudad desconocida traería muchos problemas.

La madre de carlitos consigue trabajo en la plaza de mercado, es algo muy difícil para una mujer y madre soltera. Como se volvió costumbre, se llevaba a Carlitos para que le ayudara en sus labores, y era bonito ver que se levantaban de madrugada para hacer las compras, pero como estaba tan pequeño, al comenzar la mañana el niño se quedaba dormidito entre costales, verduras y hortalizas, con la satisfacción de ayudar a la mamita y ser útil para la familia.

Un poco más tarde su abuelito le construye una “carreta” para llevar mercados y ganar un dinero, que pronto se invertiría en la compra de los útiles escolares y su estudio, “porque tú tienes que ser el mejor” - le decían.

Ya en la escuela Carlitos se convierte en uno de los mejores estudiantes, aunque un poco “retraído”, pero agresivo y malhumorado, nadie se metía con él, lo respetaban porque tenía su propia ley. Le gustaba estudiar, decía que quería ser Arquitecto porque algún día le construiría una casa a su mamá y se afanaba por aprender porque veía que sería una buena forma de ayudar a su familia.

Ver la segunda parte:
http://amed-guimel.blogspot.com.co/2008_04_01_archive.html